¿Qué es la fibromialgia? ¿Es un trastorno físico o psicológico? ¿Puede curarse?
La fibromialgia es una afección cada vez más extendida que causa desconcierto tanto en las personas que la padecen como en la comunidad médica. Como es tema extenso y no menos peliagudo, arrancaremos con algunos datos de los que se consideran comúnmente aceptados para terminar con una visión más personal.
La fibromialgia es la causa de dolor crónico generalizado más frecuente y se calcula que existen en el mundo más de 200 millones de personas afectadas. En España se estima que la padece el 2,4% de la población y en 2018 supuso un gasto para el sistema sanitario público de más de 11.000 millones de euros, lo que empieza a darnos una idea de la relevancia del problema.
¿En qué consiste exactamente?
La fibromialgia se caracteriza por un dolor muscular generalizado y crónico, sin rastros inflamatorios, que se intensifica al aplicar presión en determinadas zonas del cuerpo conocidas como “puntos gatillo”. Además, es altamente comórbida con otras alteraciones psicológicas y funcionales como ansiedad o depresión, lo que la diferencia de otros procesos dolorosos crónicos y hace su tratamiento más complejo. Para realizar el diagnóstico suele requerirse que la persona haya sufrido los síntomas durante al menos 3 meses, aunque la realidad es que los afectados la padecen durante años, con periodos de mejoría/empeoramiento.
¿Por qué ocurre?
No existe acuerdo en la comunidad científica acerca del origen de la fibromialgia. Desde que se estableciese como enfermedad se han investigado diferentes causas, más a ojo de buen cubero que siguiendo índices claros, para intentar comprender qué causa tanto dolor y malestar sin rastro aparente en el organismo. En la búsqueda de dicho rastro se han detectado niveles alterados de neurotransmisores, hormonas, anomalías en la actividad encefalográfica, procesos oxidativos entre otros, en los que no entraremos por no aburrir demasiado, pero que chocan con la misma realidad de siempre en neuropsicología, ¿son estas alteraciones causa, consecuencia o sencillamente coexisten con la enfermedad? Otros, de corte menos biologicista, apuntan a factores psicológicos como causa subyacente. Las alteraciones de la personalidad (baja tolerancia a la frustración, perfeccionismo, huida de conflictos, necesidad de aceptación) y sobre todo los trastornos relacionados con el trauma son los que han gozado de mayor protagonismo en este sentido. Para los que os hayáis incorporado recientemente al blog, os recordamos que los trastornos por trauma se refieren a sucesos excepcionales, o interpretados como excepcionales por la persona, que ocurridos durante su desarrollo “no cuajan” en su historia de vida, provocando malestar y síntomas de lo más variado posteriormente. Llegado a este punto en el que mencionamos traumas pasados y manifestaciones físicas -de las que no hay rastro en el organismo- no podemos evitar la resonancia de la fenomenología histérica de la primera etapa del psicoanálisis, pero esto ya es harina de otro costal.
¿Cómo afecta a la persona?
La fibromialgia es muy compleja y rara vez aparecen los síntomas dolorosos de forma aislada, presentándose en casi la totalidad de los casos otras alteraciones como síntomas ansiosos, depresivos, dificultades sexuales o problemas de sueño, que complican la convivencia con la enfermedad y causan muchas de las limitaciones funcionales que padecen estos pacientes: actividades cotidianas, rendimiento laboral, relaciones personales, etc… Hay que considerar también el tortuoso camino que atraviesan hasta conseguir un diagnóstico que puede llegar a demorarse años, en peregrinación por distintos especialistas, sometidos a pruebas diversas y, en ocasiones, siendo tachados de simuladores o exagerados. Como no puede ser de otra forma, sentimientos de abandono, incomprensión o pérdida de autoestima hacen su aparición antes o después, dejando a la persona en una situación que parece sin salida y abocada a la cronificación.
¿Cómo se trata?
El principal problema de cualquier trastorno de origen desconocido es que, al no poder focalizarse en la causa, la mayoría de tratamientos están orientados exclusivamente a reducir la sintomatología (que como sabemos proporciona alivio pero no cura). En el caso de la fibromialgia son la farmacología, el ejercicio físico moderado y el tratamiento psicológico los tipos de abordaje más utilizados, aunque lamentablemente es la toma constante de fármacos -analgésicos y antidepresivos principalmente- el elemento común a la mayoría de afectados. Sin embargo, los estudios más recientes de efectividad terapéutica apuntan a que no existe evidencia alguna de la superioridad del tratamiento farmacológico frente al psicológico, hecho que debería tenerse en cuenta a la hora de plantear cuál es la mejor forma de tratar la enfermedad en la actualidad.
¿Qué resultados ofrece el tratamiento psicológico?
Hace ya más de 100 años desde que S. Freud hablase de manifestaciones físicas como expresión de un malestar psicológico subyacente, camino que parece haberse perdido en la investigación actual pero que se choca de bruces con la realidad de la práctica clínica. Porque lo cierto es que, en psicoterapia, los síntomas de la fibromialgia remiten de forma notable, llegando en algunos casos a prescindir totalmente de la medicación y alcanzando niveles funcionales normales o próximos a la normalidad. De hecho, afecciones muy relacionadas como los trastornos por síntoma somático o los psicosomáticos han sido tradicionalmente objeto de psicoterapia también con fantásticos resultados. Cabe preguntarse entonces por qué parece existir cierto empeño en la comunidad científica actual en desligar la fibromialgia del campo de la psique, centrándose exclusivamente en otras hipótesis etiológicas y líneas de tratamiento que hasta la fecha no han podido demostrar mayor eficacia que los psicológicos.
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Gregorio Serrano
Psicólogo Especialista en Psicoterapia Psicoanalítica
Psicólogo en Sevilla
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